Qué ganas de volver a verte, sentarme frente a ti, tomarnos aquel café prometido desde hace años, mirarte a los ojos y que descubras que aquel sentimiento por ti sigue aquí intacto. La última vez… lo recuerdo como si fue hace poco, nos sentamos en la mesa que estaba justo debajo de aquel enorme árbol, el ruido de los carros de la gran avenida, un café se mezclaba entre pláticas y sonrisas, halagaste la manera cómo usaba mis gafas y me tomaste la mano. Lo más auténtico de aquel encuentro fueron esas sonrisas de complicidad, que llevaban subtítulos de un «no te vayas», «no cambies de país de residencia». ¿Por qué el destino nos lleva por caminos distintos ahora? ¿Por qué te conocí justo antes de marcharme? Hoy lo recuerdo intensamente y por eso quiero pedirte que vayamos en busca de esa mesa para sentarnos de frente, en el mismo lugar. Solo te pido un café, nada más.