
Ahora sí es verdad, Roberto Sosa ha muerto. A partir de hoy, seguramente aparecerán todas las anécdotas de nuestro querido poeta con todos aquellos que tuvimos el privilegio de compartir con él ya sea personalmente o por medio de su poesía. Para mí, mi historia ligada a él empezó desde que yo tenía 5 años. Mis padres eran dueños de una librería en Santa Rosa de Copán, una librería que funcionó por más de 20 años. Desde allí, mis padres tuvieron siempre el interés por la difusión de la cultura en esa ciudad. En innumerables ocasiones hicieron el papel de verdaderos gestores culturales llevando a reconocidos poetas hondureños a hacer lecturas de poesía, con el apoyo de mi tío Juan Domingo Torres (Q.D.D.G.). En 1989, en el Casino Copaneco, Roberto Sosa hizo una lectura de poesía por primera vez en Santa Rosa de Copán y Sergio Rodríguez ejecutó el violín en esa velada.
Entonces, yo no comprendía lo que era una poesía pero hubo algo en aquel hombre de barba y de boina que me marcó para siempre. Unos años después, a mis 8 años de edad, hacia el año de 1992, en el libro de texto de la clase de español de primaria leí el poema “De Niño a Hombre” y al leerlo y saber que aquel poema era de Roberto Sosa yo le dije a mi profesora que yo conocía al poeta y que había estado en mi casa, pero la profesora me regañó y me dijo que aquello no era posible porque Roberto Sosa estaba muerto. Y encima me castigó por mentirosa. Esta anécdota sólo es prueba de la deficiencia académica en las escuelas de educación pública de mi país. Llegué llorando a mi casa y entonces mis padres me consolaron diciéndome que no, que Roberto Sosa estaba con vida. Y entonces, mis padres siempre me decían los versos del mismo poeta: “Es fácil dejar a un niño a merced de los pájaros… no entender el idioma claro de su media lengua…”
En el año 2004, siendo estudiante de la licenciatura en Letras y Filosofía de la Universidad Jesuita Rafael Landívar de Guatemala, yo debía elegir el tema de investigación para mi tesis para obtener el grado de licenciatura. En algún momento pensé en hacerla sobre Clementina Suárez pero su poesía yo la identificaba con el dolor personal de la reciente pérdida de mi madre así que finalmente decidí hacerla sobre Roberto Sosa, por aquella conexión con su poesía desde mi infancia.
Fue así que empecé la labor de investigación. Con el hecho de estudiar su obra tuve la oportunidad de estrechar una profunda amistad con el Poeta Sosa, un cariño que gracias a la vida se lo pude demostrar hasta hace muy poco, puesto que no hace mucho que nos intercambiamos unos emails sobre una publicación que haríamos en conjunto sobre Clementina Suárez, en el mes de marzo de 2011, fue la última vez que estuvimos en una reunión de trabajo en su biblioteca.
En 2004, vine de Guatemala a Tegucigalpa a entrevistar al poeta Sosa, tuvimos una larga plática en su biblioteca, y él siempre estuvo anuente a prestarme toda su colaboración en el proceso de investigación. En 2005, tuve el honor de llevarle a mi Universidad en Guatemala a dar una serie de conferencias y lecturas de poesía, recuerdo que una de las cosas que más les impactó a mis colegas fue la energía con la que leyó su poema “Guatemala, el país de la eterna primavera” puesto que no cualquier persona tiene el valor de decir en ese país, aun varios años después de la firma de la paz: “Es Efraín Ríos Montt, el General, esa Boa Anaconda que envuelve y comprime con pegajosa intimidad a Guatemala.”
En el año 2006 acabé mi tesis de investigación, la que aun está inédita, con cerca de 220 páginas. Se trata de un estudio desde tres puntos de vista: la estética de la recepción literaria, la sociocrítica y el versolibrismo. Mi tesis se titula: “La visión del ser humano en una selección de poema de los pobres y un mundo para todos dividido de Roberto Sosa.”
En agosto de ese mismo año 2006, hicimos una lectura en conjunto con el poeta Sosa en Santa Rosa de Copán. En septiembre, presenté parte de mi trabajo de tesis en la Universidad de Costa Rica y en 2007 en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz de Roma, Italia.
Durante todo ese tiempo, el poeta estuvo siempre pendiente de mi quehacer como crítica literaria, y una vez que le visité en Tegucigalpa en 2008 me dijo que yo había pasado de ser de “Niña a mujer” en mi profesión. Y fue cuando me recordó que el poema “De niño a hombre” en la versión traducida al inglés por Jo Anne Engelbert, en esta versión se trata de una niña, en femenino y el poeta me dijo: creo que allí hablamos de usted: “Or say to someone: You can have her, she´s yours forever. It´s easy, very easy…”
En la cultura china, los muertos siguen perteneciendo a la sociedad. En nuestro caso, en el mundo occidental, enfrentamos la muerte con ciertos cultos para que nuestros seres queridos no caigan en el olvido de los supervivientes, tal como lo expresa el filósofo español Leonardo Polo: “…las generaciones siguientes no son posibles sin las anteriores; en este sentido tienen una deuda con ellas. El culto y el respeto a los muertos, el que los muertos pervivan de acuerdo con un estatuto social, tiene también que ver con el honor: los méritos sobreviven en forma de fama…”
El único lugar en donde nunca se olvidará a Roberto Sosa es en su propia creación literaria. Por eso, aquí estoy, aquí estamos hoy tantas personas que le admiramos, diciendo con alegría que Sosa vive en su poesía.
En la entrevista que le realicé en 2004 le pregunté ¿es la poesía producto de la inspiración o es un oficio? y su respuesta fue: “un noventa por ciento es transpiración del poeta y un diez por ciento es un oficio, lo genial está en saber llevar ambas cosas coherentemente.” Y Roberto Sosa logró esa coherencia, sin lugar a dudas.
Solamente quiero concluir este breve homenaje al Poeta recordando algunos fragmentos de mi investigación con el único afán de recordar todo lo que nos dejó este gigante de las letras hondureñas:
Experiencia personal de lectura del texto lírico de Roberto Sosa
Hablar de poesía no es sólo hablar de un sistema de pensamiento, es también una realidad en sí misma, un universo de valores estéticos con el que Roberto Sosa puede llegar a identificarse plenamente, hasta quedar absorbido por la propia dimensión significativa a la que él ha dado ser y existencia.
En 1968, Sosa gana el premio Adonais en España con su obra Los pobres, poemario que dividirá en dos la historia de la lírica hondureña: literatura vanguardista, por una parte, y literatura contemporánea, por otra. No ha habido otro poeta hondureño que haya sabido transmitir con tanta genialidad el sufrimiento humano.
El pobre carga en sus hombros el féretro de los sueños, de las ilusiones, de los anhelos, de los deseos, de los silencios acumulados, de las sensaciones. Pareciera que no basta sólo con el dolor que supone no llenar sus necesidades básicas, ni poseer bienes materiales, sino que incluso, todas sus ilusiones son asesinadas y peor aún, deben cargar con sus despojos ellos mismos.
Sosa participa de la intencionalidad de estructurar su universo poético con los problemas esenciales que afectan, más o menos en su conjunto, al hombre latinoamericano. La integración del individuo a la realidad social circundante, tan salvaje y tremenda como puede serlo, se convierte desde los inicios en el tema central de “Los pobres.”
El mundo del que habla Sosa es ese en el que el ser humano se encuentra en un estado doliente con sus problemas trascendentales. En Sosa hay una búsqueda de la minuciosidad cotidiana que se eleva intencionalmente escalón a escalón. Para crear esta atmósfera, el poeta acude a los objetos y sucesos que rodean al hombre en su existencia diaria. Se produce el reconocimiento de una realidad exterior, múltiple, compartida, que corre paralelamente al acontecer íntimo del hombre.
Los elementos que han conformado esa realidad se deshacen bajo el ojo avizor del poeta, que es también un ejecutor activo del cambio. En torno a esta idea central se desarrollada todo el cuaderno. El poeta recurre a otros temas concernientes al ser humano: el amor, la soledad, la muerte, el olvido; pero su poesía es, ante todo, expresión que Sosa traza desde el hecho personal hasta los acontecimientos históricos colectivos en los cuales está inmerso irremisiblemente el ser humano.
En la misma elección de los asuntos se manifiesta la doble intención: una búsqueda consciente de impersonalidad y transparencia del yo fortísimo del hombre en el tratamiento poético de los temas.
Con una definición de posiciones desde los primeros poemas, se hace evidente en todo momento el compromiso del poeta con un mundo en erupción cuya lucha, a diferencia de lo que creyeron los mundonovistas de principios de siglo XX, no es entre civilización y barbarie, sino entre una civilización y otra, mal entendida, que se aprovecha del progreso para dominación. De esta realidad amarga y a la vez esperanzada del poeta, cuando toda su sociedad se derrumba bajo una división general, solamente hay una salida para Sosa y es en el libro Un mundo para todos dividido (1994), específicamente en el poema Dibujo a pulso, en donde éste, parece que deja clara su visión del ser humano y el propósito por el cual escribe:
Por eso
he decidido –dulcemente-
-mortalmente-
construir
con todas mis canciones
un puente interminable hacia la dignidad,
/para que pasen,
uno por uno,
los hombres humillados de la Tierra. (Sosa, 1971: p. 31)