Las garzas de norte a sur al atardecer en Santa Rosa; volver a Santa Rosa después de mucho tiempo; domingos en casa y en familia; el frio de la mañana en Guatemala; un día en Antigua; una noche en Madrid; el atardecer desde las gradas de la Universidad Rafael Landívar con el Volcán al fondo por escenario; la cotidiana lluvia en San José; las Barrancas del Cobre desde el Chepe; caminar cuesta arriba en Toledo; ver nevar desde el tren de camino a Cuenca; misa en la Plaza de San Pedro; una pasta, una trufa y un cappuccino en Roma; una noche de verano con teatro de calle en Spoleto; el Teatro Real con la premier de Rigoletto; las caricias de mi mamá porque siempre supo darlas en el momento preciso; las hojuelas de la Bingui; jugar en las tardes con mis primos en el patio de mi casa; vivir con mis hermanos en Guatemala; viajar con mi papá; los dos lempiras que mi tío German se sacaba de la cartera para darnos a cada sobrino; la llegada de San Nicolás la noche del 24; mis perros a lo largo de mi vida: Trinki, Luna, Odie, Candú y Bartolo; que mi hermano regresara de vacaciones de la universidad; que mi papá trajera craker jack cada vez que regresaba de un viaje de trabajo; los malvaviscos y choco max que mi papá nos dio ese día del niño; que mi mamá siempre supiera lo que me pasaba exactamente; comer cacahuates con mi tío German y mi mamá; otoño en el Retiro; verano en el Río Pajapas; viernes Santo y 1 de enero en casa porque ¿adónde más se podrían pasar esos días tan silenciosos?; él y yo la noche de abril saliendo del MIN y el 1 de mayo que me convertí en su princesa; desvelarme viendo Huckleberry Hound con mi Chinito; escribirle cartas o enviarle un fax a mi tía a Tegucigalpa y a Chile; ver a la Cibeles; ver a las Meninas en el Prado; regresar a casa con él después de clases durante 2 años de la universidad; haber leído el Amadís de Guala completo; leer y leer y leer durante los años de la universidad, no sé si alguna vez podré volver a leer en esas proporciones; el 10 de julio de 2008 y el esperado email de AECID notificándome la beca para España; los amigos en tantas partes que la vida me ha permitido tener; aprender a estar conmigo misma; reírme de mi vida; mi hermana, la mejor amiga con la que he compartido desde que nací; escuchar de la Bingui todas sus historias de vida y de la familia; ser la niña de las letras para él; renacer después de la hospitalización de septiembre de 2011; los árboles y los pájaros de San Pedro Sula por las mañanas; armarse de valor para vivir en Tegucigalpa; huir a Valle y a Santa un fin de semana para encontrar paz.
Luz Aurora en mi vientre, Luz Aurora viéndome por primera vez, Luz Aurora sonriéndome, Luz Aurora y yo. Estas cosas y un poco más es lo que ha hecho que vivir y seguir viviendo valga la pena.